Las herramientas de la ciencia por Carmen Fabre
Las Herramientas de la Ciencia
Por Carmen Fabre
El poder de la Ciencia es evidente. permite
descubrir, analizar e intentar comprender el universo que nos rodea. Basándose
en ella se desarrollan tecnologías avanzadas en todos los campos del
conocimiento, útiles para mejorar la calidad de vida y la vida misma en su
concepto total. Investiga su naturaleza
íntima y proporciona
actuaciones para
mejorar
nuestro mundo individual y global.
En cada instante de su evolución la Ciencia ha ofrecido lo más parecido a la
verdad que era posible en ese momento. En el mundo de las ideas me resultaría
muy difícil pensar en los modelos modernos de los conceptos universales como
libertad, democracia, derechos, justicia etc. si no se hubiera cuestionado el
orden tradicional y las supersticiones antiguas a través del pensamiento
crítico trenzado con la historia de la ciencia y el escepticismo. Me he dedicado
a la enseñanza, soy totalmente partidaria del escepticismo, de cuestionar de
modo constante las afirmaciones categóricas y he intentado transmitirlo en
clase, comenzaba el curso siempre escribiendo una frase de Kant en la pizarra: “ATRÉVETE A PENSAR”. El escepticismo ha
permitido el avance
de
la ciencia y con ella de la humanidad.
Pero ¿cuál es el fundamento del poder de la ciencia?
El Método Científico, una forma de buscar el conocimiento mediante la observación y el razonamiento estricto de manera sistemática y con el objetivo de hallar principios y leyes generales de validez universal, está diseñado para que toda subjetividad quede relegada, eliminada de modo sistemático.
A diferencia de lo que ocurre con los dogmas y doctrinas, el método científico
se vuelve aún más fuerte cuando alguien lo utiliza para demostrar que una
verdad establecida resulta ser falsa o incompleta: la ciencia tiene esa
capacidad de corregirse a sí misma constantemente, refinando el conocimiento
humano cada vez más y mejor.
Existen varias aproximaciones posibles al método científico. La más clásica,
que inspira a todas las demás, es el llamado modelo hipotético-deductivo. El
método hipotético-deductivo consta de siete pasos, siempre en el mismo orden:
1. Observar: identificar con claridad el fenómeno que vamos a estudiar, observarlo
con atención y reunir todos los datos disponibles sobre el mismo. Delimitarlo
con nitidez: qué está dentro del estudio y qué queda fuera del mismo, ponerlo
por escrito y releerlo con frecuencia.
2. Crear una hipótesis: una vez tengamos una visión global del fenómeno,
imaginamos una explicación razonable que lo describa en su totalidad. Esto se
llama una hipótesis.
La hipótesis debe ser
formulada con completa precisión, sin ambigüedad alguna en las palabras. Si es
necesario, explicaremos exactamente qué queremos decir con cada una de las
palabras; más a menudo, usaremos lenguaje técnico con sentido específico.
Estamos buscando una conclusión científica, no preparándonos para una discusión
a golpe de triquiñuelas lingüísticas.
3. Hacer una predicción: como si fuéramos un adivino , debemos utilizar la
hipótesis para predecir algo que ocurrirá en el futuro si ésta es correcta y
diseñaremos un experimento para comprobarlo. Siempre, siempre, la carga de la
prueba recae sobre quien afirma.
4. Hacer el experimento: el experimento no debe estar diseñado en primer lugar
para dar pábulo a nuestra predicción, sino para demostrar su falsedad por todos
los medios. Sí, como suena: tenemos que ir con toda la fuerza contra nuestra
propia hipótesis. Sólo cuando se demuestre más allá de toda duda que las
predicciones de nuestra hipótesis se cumplen, podremos comenzar a pensar que es
verdadera. El experimento, además, debe ser reproducible: cualquier otro
científico con equipo similar, en cualquier otro momento y lugar, debe ser
capaz de repetirlo y validarlo independientemente.
5. Volver al paso 1 hasta que no encontremos discrepancias entre los resultados
de nuestros experimentos y las predicciones de la hipótesis. Sólo entonces
podemos pasar al siguiente nivel.
6. Extender, expandir e integrar: buscaremos otros fenómenos análogos y
repetiremos el proceso. Profundizaremos. Al final, estaremos en condiciones de
proponer una ley que explique las observaciones en su totalidad y realice
predicciones válidas para todos sus casos.
7. Formular una teoría: la teoría, a diferencia de lo que la gente cree, es el
último paso y el más sólido de todos ellos; una teoría reúne estas leyes e
hipótesis verificadas en un sistema de conocimiento completo, global, que se
integra con el resto de la ciencia. Y aún y así, podrá ser criticada y
desafiada en todo momento, pero siempre empezando de
nuevo por el paso1
Todos los pasos son imprescindibles y deben completarse en el orden expuesto.
No importa lo rígido que parezca: igual que un solo cambio de signo en un
problema matemático producirá un resultado erróneo, una sola falta en la
aplicación del método
científico dará lugar a
conclusiones falsas y descabelladas.
A cambio, la ciencia compartirá con nosotros su poder: la capacidad de
descubrir, de comprender, de construir, de desarrollar. La posibilidad de
avanzar y de soñar cosas verdaderas.
Y, además, será muy difícil que nos
engañen y que nos manipulen. Cuando alguien intente “colarnos” alguna
afirmación indiscutible, alguna verdad de las que sabe todo el mundo o
cualquier futileza de supuesto sentido común, recuerda: la carga de la prueba
recae siempre sobre quien afirma. Quien afirma, debe probar. Y probar, lo que
se dice probar, sólo se puede probar verdaderamente usando el método
científico.
El método científico nos arrancó de las tinieblas de la miseria y de la
ignorancia para llevarnos a las sociedades modernas con todas sus tecnologías y
a una comprensión profunda de la vida, del mundo y del universo que sólo ahora
comenzamos a vislumbrar. También puede conducirnos a la destrucción de maneras
nunca antes sospechadas, y por ello exige una nueva ética a la hora de aplicar
sus resultados, libre de los dogmas del pasado y por eso mismo consciente de
sus esperanzas y de sus peligros. Nunca antes tuvimos una herramienta tan
poderosa. Ni tanta responsabilidad.
Ojo con los grandes titulares de noticias científicas impresionantes: La fusión
fría, la clonación de un embrión humano del coreano Hwang Woo-suk, el caso del
cráneo de Piltdown… toda experiencia debe ser reproducible por investigadores
ajenos a los iníciales.
Nota de la autora:
Elaborado a partir de mi experiencia
personal y la revista Investigación y Ciencia
y La Pizarra de Yuri (El Público)
Carmen Fabre
Mi
profesión, absolutamente vocacional, ha sido la Enseñanza a la cual me dediqué durante cuarenta años
He
comenzado a escribir hace unos pocos años, animada por mis amigos y compañeros
de NETWRITERS, red social a la que pertenezco y en la que trabajo casi desde su
inicio en el año 2011. Desde niña he sido una lectora voraz, empedernida y
entusiasta. Me tomo la lectura como placer y como trabajo. Nunca me ha fallado.
He
publicado un libro en solitario “Ese otro tiempo” y participado en las
antologías de GIGANTES DE LILIPUT (Micro-relatos) y EL TINTERO (Relato breve),
publicadas bajo el sello de NETWRITERS y EDICIONES ATLANTIS. También en
antologías de relato breve y revistas literarias.
He
sido miembro de la junta directiva de Netwriters y, del equipo directivo de la
asociación Escritores en Red.
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